domingo, 29 de octubre de 2017

Sorpresas conocidas: "el éxito de Marine Le Pen"

Es factible que en algunos años los franceses recuerden las elecciones presidenciales que se celebran este 23 de abril como uno de los acontecimientos más extraordinarios de su historia reciente. El público  francés, pesimista y desconfiado frente al sistema político, descartó este año en la carrera a la presidencia, en diferentes instancias,  a las principales figuras de los partidos tradicionales (el Socialista y Los Republicanos): el expresidente Nicolas Sarkozy y Manuel Valls, quien fue ministro de Interior del gobierno saliente. François Hollande, el actual presidente, es tan impopular que ni siquiera se postuló para la reelección, algo sin precedentes para un mandatario en ejercicio.
Ante el fracaso estrepitoso de los políticos del establecimiento por llenar las expectativas  de una nación aquejada por los escándalos de corrupción, la mala situación económica y los atentados terroristas los franceses parecen decantarse por tres outsiders, según nos dicen las encuestas: Emmanuel Macron, un ex banquero que nunca ha ostentado un cargo de elección pública, Jean-Luc Mélechon el utópico político de izquierda y Marine Le Pen, la candidata  de extrema derecha cuyo ascenso vertiginoso en Francia ha gestado una sensación de crispación e incertidumbre generalizados.
Fundamentalmente son dos los componentes que dan fuerza al movimiento de Marine Le  Pen: aquellos que protestarían con su voto por sentirse olvidados, y por otra parte, los que albergan una genuina cosmovisión conservadora de la ‘identidad francesa’.
El as bajo de manga de Marine Le Pen, los ‘olvidados’
No cabe duda que el suceso más significativo en estas elecciones ha sido la creciente popularidad del Frente Nacional, el partido de Marine Le Pen. Fue fundado por su padre, Jean-Marie Le Pen, un veterano de la Legión Francesa  condenado por negar el Holocausto. La mayor parte de su historia el Frente Nacional  ha desempeñado un rol secundario en la vida pública, el estigma de ser el partido de antisemitas nostálgicos del pasado colonial francés lo mantuvo al margen de las preferencias electorales. Hasta hace unos años, obtener más del 15% de los votos fue considerado un triunfo.  Empero, hoy Marine Le Pen podría obtener hasta un 45% en caso de celebrarse una segunda vuelta según algunos sondeos. El éxito de ella ha sido romper con este tabú, hacer moralmente aceptable el partido. ¿Cómo lo ha conseguido?
Ha hecho un esfuerzo claro por modernizar su partido y desligarlo de las corrientes más reaccionarias de la derecha europea: dejó a un lado las proclamas revisionistas de la Segunda Guerra Mundial de su padre, Jean-Marie, y lo expulsó de la organización en 2015. Sin embargo, la razón principal tras la ascendente popularidad de Marine Le Pen subyace en que ha apuntado a las preferencias de electores que tiempo atrás estaban fuera de su espectro político, específicamente  sectores que perciben que su estándar de vida ha empeorado por cuenta de la globalización, por ejemplo los trabajadores no calificados en el noreste de Francia (antiguos clientes del Partidos Comunista, hoy en pleno declive) o los jóvenes que deben lidiar con una tasa de desempleo del 25% y con contratos laborales de término fijo, y consideran que los políticos del establecimiento están totalmente desentendidos de sus problemas.
Fuente de gráfica de The Economist.
Es posible hacer un paralelo con el fenómeno de Donald Trump en Estados Unidos. Ambos personajes articulan un vago discurso anti-élite, crítico de las instituciones tradicionales y de la liberalización económica que ha calado en poblados empobrecidos, con altas tasas de desempleo y distantes de los centros urbanos cosmopolitas.
Un conflictiva construcción de la ‘identidad nacional’
En años recientes Francia ha experimentado un aumento sustancial de incidentes islamófobos. A finales de agosto de 2016 en una playa al sur de Francia,  ante la mirada de varios bañistas un grupo de policías armados confrontó a una mujer musulmana de que tomaba el sol junto a su familia y le hizo remover parte de su ropa. Algunos de los presentes celebraron la escena aplaudiendo y gritándole cosas a la mujer, que se llevó una multa por “no portar un atuendo respetuoso de la buena moral y los valores seculares”. Varios políticos, no solo del Frente Nacional, salieron a defender la disposición legal que amparó la acción policial argumentando que la medida se justificaba porque el ´burkini´(un traje de baño que cubre el cuerpo entero y la cabeza) es incompatible con los ‘valores franceses y republicanos’.
El episodio es esclarecedor en el sentido que refleja el patrón de un pensamiento que paulatinamente se ha posicionado en el imaginario de muchos franceses, según el cual el islam es una ‘ideología’ tóxica, catalizadora de conflictos y violencia que amenaza la existencia misma de la sociedad francesa. El Frente Nacional ha construido en torno a esta idea una narrativa paranoide según la cual por años los medios y los políticos han tolerado la expansión del fundamentalismo islámico, negándose a reconocerlo como una amenaza,  y que es hora de que asuma el poder  alguien que esté dispuesto a implementar las medidas necesarias para ponerle fin, es decir cortar la inmigración de tajo y coaccionar social e institucionalmente a la población musulmana nativa para que asimile los pregonados ‘valores franceses y republicanos’.
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Simultáneamente, Le Pen ha conseguido convocar masivamente a los sectores más reaccionarios y chauvinistas de Francia, los que han guardado una lealtad perruna hacia el Frente Nacional desde su fundación. No necesita dirigirse a ellos con proclamas abiertamente antisemitas y racistas como su padre. Basta con que en los discursos de sus mítines haga alusiones veladas a los estereotipos de antaño fácilmente reconocibles por ellos.
Lo que necesita saber sobre las elecciones francesas que se celebran este domingo:
Francia elige presidente con un sistema de escrutinio de dos vueltas, celebradas el 23 de Abril y 7 de mayo. A menos que uno de los candidatos obtenga más de la mitad de los votos en la primera, se oficia una segunda con los dos candidatos con las votaciones más altas.
Así luce una una encuesta publicada el viernes pasado:
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Los candidatos, breve perfil
Emmanuel Macron, inclinación política: centro
Su éxito es cierta medida es resultado del fracaso de otros: el descalabro del partido socialista y los escándalos que han rodeado la candidatura de Fillon (derecha) sumado a su juventud, carisma y su peculiar historia personal  han hecho atractiva su candidatura. Se define así mismo como socialmente progresista, y es el único candidato con posibilidades reales de pasar a la segunda vuelta que defiende simultáneamente y sin reparos la Unión Europea y las políticas del libre mercado.  Ha sido blanco de ciberataques y una campaña de desprestigio promovida desde Rusia.
Marine Le Pen, inclinación política: extrema derecha.
Quiere restringir la inmigración, taxar con impuestos a los trabajadores extranjeros y elevar la edad de jubilación. Ha prometido estrechar los lazos con Rusia y  realizar un referendo para decidir sobre la permanencia de Francia en la Unión Europea.
François Fillon, inclinación política: derecha.
Su políticas respecto a Rusia, a la identidad Francesa y a la inmigración son casi idénticas a las de Marine Le Pen. Es pro libre mercado y ha hecho un llamado a hacer profundos recortes en el gasto público. Hasta hace unos meses era el candidato favorito a ganar las elecciones. Sin embargo en Enero salió a luz  que él había pagado sumas millonarias a su esposa e hijos por trabajos ficticios con fondos del parlamento. Dado que su campaña se había basado en su supuesta probidad (llegó a ser apodado ‘Mr.Clean’) la intención de voto por él se ha desplomado. Sin embargo el atentado terrorista del jueves pasado, en el que murió un policía, podría impulsarlo a la segunda vuelta dado su discurso islamófobo.
Jean-Luc Mélenchon, inclinación política: extrema izquierda.

Fundador del movimiento Francia Insumisa, gran orador,  a menudo comparado con Bernie Sanders. Se disputa con Marine Le Pen los votos de quienes sienten malestar hacia el establecimiento político.Quiere renegociar el convenio de Francia con la Unión Europea, implementar políticas proteccionistas en el mercado laboral y el comercio internacional, incrementar drásticamente el gasto público y aumentar la cooperación con Rusia.

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