jueves, 9 de febrero de 2012

De los exilios uribistas

Cuando la autoridad percibe el resquebrajamiento de la legitimidad que le da sustento como consecuencia de algún abuso deshonroso, es normal que se sienta tentada a fiscalizar, denunciar en un tono firme, que no admite reproches, a quienes fueron simples ejecutores de tales excesos. “Luis Carlos Restrepo debe responder ante la justicia”

Una vez ya cometidos los crímenes que les permitieron acumular poder, las cabezas deben aparentar distancia con respecto a sus fichas de manos manchadas, las implicaciones desestabilizantes de no hacerlo serían perturbadoras; es indispensable por lo tanto llevarlos a los tribunales pero ¿y si hablan? ¿Cómo hacer que los peones con sus confesiones no derrumben el régimen delatando a quienes eran sus jefes? Muy fácil, se los manda un país amigo, como Panamá. Así queda la impresión entre la masa de que se hace todo lo posible por combatir a las “manzanas podridas”.

Que el asilo se haya constituido en estos meses como una oportuna forma de evadir la justicia no debe sorprender.

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