*Publicado originalmente en elmalconomista.com en Abril de 2019
El martes 9 de Abril se celebran
las elecciones parlamentarias en Israel. El Gobierno de Benjamín Netanyahu,
quien busca reelegirse, afronta serias acusaciones de corrupción, pero a su
base de votantes de extrema derecha parece importarle poco. ¿Por qué?
En
una ocasión,
el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que podría parase en la quinta
avenida de Nueva York y dispararle a alguien en medio de la multitud, y aun
así, no perdería un sólo voto de su base, haciendo referencia a la lealtad
perruna de sus seguidores, no importa cuán penosos sean los escándalos en lo
que él esté involucrado, ellos prestaran apoyo irrestricto a su líder a pesar de sus problemas éticos.
Para
Bernard
Avishai, el corresponsal del NewYorker en Jerusalén, este es el mismo caso del actual primer
ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, quien busca relegirse por quinto mandato
consecutivo.
Corrupción en Israel
El
Fiscal General de Israel anunció a finales de febrero del presente año su
intención imputar al primer ministro de Israel en tres casos diferentes de
corrupción: el primero se acusa a Netanyahu de recibir costosos presentes -
cigarrillos de lujo, joyas y vino por 283000
dólares- de parte del magnate israelí Arnon
Milchan.
A
cambio, Netanyahu habría presionado a su ministro de finanzas para extender
exenciones tributarias disfrutadas por Milchan y también lo habría ayudado
utilizando su influencia en el Departamento de Estado de Estados Unidos para
facilitar el trámite de la visa americana. La evidencia aportada por la policía
sugiere que las coimas fueron coordinadas mediante mensajeros y códigos
secretos, y todos los ‘regalos’ fueron demandas explicitas de Netanyahu y su
círculo familiar cercano.
Los
otros dos casos tienen que ver con el uso del poder de Netanyahu para manipular
los medios de comunicación.
Se
han filtrado las transcripciones de una conversación grabada entre Benjamín
Netanyahu y Arnon Mozes, propietario del segundo diario más importante del
país, Yedioth Ahronoth. De la conversación se desprende que Moses y el
primer ministro conspiraron para perjudicar al tabloide Israel Hayom, principal
competidor de Yedioth Ahronot. Netanyahu propone a Mozes que cambio cobertura
periodística ‘amable’ de su gobierno por parte del Yedioth Ahronoth el gobierno
cortaría la circulación Israel Hayom mediante legislación impulsada por
partidos de la coalición de gobierno de Netanyahu.
La última acusación
de la Fiscalía involucra a la firma de comunicaciones más grande del país ‘Bezeq’
propietaria del influyente sitio web ‘Walla!’, que al
igual que en el caso anterior, ofreció cobertura informativa muy favorable a
Netanyahu. La obsecuencia de ‘Walla!’ significó, según los investigadores,
cambios regulatorios que beneficiaron a ‘Bezeq’ por el valor de cientos de
millones de dólares.
Netanyahu
ha salido al paso de las acusaciones de fraude y sobornos jugándose la carta
del perseguido político. Según él, los cargos levantados en su contra por la
Fiscalía son el resultado de una caza de brujas orquestada por el
establecimiento liberal y los partidos de izquierda, desesperados por removerlo
del poder. Irónicamente el Fiscal General, Avichai Mandelblit, fue designado en
2016 con el beneplácito de Netanyahu y había trabajado
previamente con él.
En
Israel pocos ponen en duda la seriedad de las reclamaciones de la Fiscalía y se
da por sentado que Netanyahu de ser reelegido tendrá que afrontar juicio. No
obstante, por extraño que pueda parecer, estos escándalos de corrupción han
minado muy poco el apoyo de buena parte los sectores de extrema derecha de
Israel que respaldan al Primer Ministro desde su ascenso en 2009. Es más,
existen buenas posibilidades de que su coalición salga exitosa en las
elecciones a celebrarse este martes 9 de abril.
Declive democrático en Israel
La
explicación en parte está en que Netanyahu ha instrumentalizado el conflicto y explotado el sentimiento de amenaza para
reforzar su influencia en los grupos ortodoxos de Israel, creando vínculos de
lealtad en base a políticas de identidad impulsadas por su gobierno.
El
mensaje de su discurso ha estado propuesto en la lógica de dividir la sociedad
en dos grupos antagónicos. De un lado
están los árabes y del otro los judíos, de un lado están los seculares y de
otro los religiosos, de un lado está el pueblo de Israel y de otro lado están
sus enemigos que conspiran en su contra al oponerse a los asentamientos en
territorio palestino.
Un
segmento población de Israel ha decidido mirar al otro lado a pesar del
aplastante peso de las pruebas que pesan sobre la integridad del imputado
ministro por la creciente influencia que han tomado las políticas de identidad
en Israel. La corrupción de Netanyahu es un sapo que se pueden tragar grupos
conservadores y religiosos, siempre y cuando su líder esté dispuesto a defender
su visión estrecha de lo que debe ser el Estado de Israel y sus políticas
públicas.
Un
reporte
elaborado por Tamara Cofman Wittes y Yael Mizrahi-Arnaud ha mostrado que en
Israel en los últimos años ha habido un declive de los valores liberales,
entendiendo estos como las normas de cultura política que definen una
democracia genuina, las garantías de participación e igualdad de los grupos
minoritarios frente al dominio aplastante mayoría.
Hay
varios ejemplos que nos permiten atestiguar los hallazgos del reporte: en julio de 2018 el parlamento de Israel pasó una ley en la que se dice que sólo los judíos tienen derecho a la
autodeterminación y el árabe ya no es una lengua oficial. El gobierno de
Netanyahu también ha utilizado su poder en el parlamento para hostigar ONG’s
que denuncian los abusos de derechos humanos con el argumento de que reciben
financiación de gobiernos extranjeros- principalmente de la Unión Europea. Curiosamente,
las ONG’s gobiernistas también han recibido copiosa financiación externa, no
obstante, estas no han sido objeto de persecución de Netanyahu.
Por
cuenta del populismo nativista de Netanyahu el discurso público en Israel se ha
tornado toxico, el gobierno ha conseguido vender la narrativa de que cualquier disenso
en lo que se refiere a la identidad del estado judío y el manejo del conflicto
con los palestinos sea considerado ilegitimo. Los
opositores políticos son traidores en ojos de los seguidores del gobierno, agentes
extranjeros que, por la amenaza que representan sus ideas, deben ser excluidos
del sistema político.
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